Tus rarezas me parecen hermosas: La perspectiva de un fotógrafo

Una vez tuve un cliente al que su nariz le parecía demasiado puntiaguda. Dudaba antes de cada foto, inclinando la cara hacia otro lado, intentando ocultar lo que consideraba un defecto. Pero, desde mi punto de vista, era un hombre muy atractivo. Si yo hubiera estado buscando un modelo, la misma característica que le disgustaba de su cara es lo que le habría convertido en mi primera opción. Su supuesta imperfección no era un defecto; era su rasgo definitorio, el que le diferenciaba de los demás.

A lo largo de mis 32 años de aprendizaje y descubrimiento como fotógrafo, me he dado cuenta de que a menudo son las cosas que no nos gustan de nosotros mismos las que nos hacen verdaderamente únicos. Estas imperfecciones son las que nos definen, nos estilizan y nos hacen bellos. A través de mi lente, he aprendido a centrarme en estas diferencias, celebrándolas como la esencia de la individualidad. Para mí, el mejor actor de Spiderman es Tobey Maguire. Como Peter Parker destaca no sólo porque es un gran actor y atleta, sino también por sus características faciales únicas. En mi opinión, el personaje tiene una autenticidad singular.

Descubrir la belleza en los defectos

Cuando empecé a hacer fotos, buscaba la perfección: líneas rectas, piel perfecta, simetría perfecta. Pero cuanto más trabajaba con la gente, más me daba cuenta de que la perfección es un espejismo. A menudo es en las supuestas imperfecciones donde reside la verdadera belleza.

Una de mis sesiones fotográficas más memorables fue la de una mujer con una cicatriz. Dudó en sentarse para la sesión, preocupada de que la cicatriz fuera lo único que se viera. Pero cuando terminaron las fotos, lloró, no de tristeza, sino porque, por primera vez, veía su cicatriz no como un defecto, sino como un símbolo de su fuerza y resistencia. Fue un poderoso recordatorio de que la belleza no consiste en borrar nuestras diferencias, sino en aceptarlas.

Por qué las imperfecciones nos hacen únicos

En un mundo lleno de filtros e imágenes editadas, nuestros defectos pueden parecer barreras. Pero no lo son. Son lo que nos hace excepcionales. Imagina un mundo en el que todo el mundo tuviera el mismo aspecto: qué aburrido sería. Nuestras imperfecciones son las pinceladas que pintan la obra maestra de lo que somos.

Por ejemplo, el hombre de la nariz puntiaguda. Lo que él consideraba extraño era, para mí, lo que hacía que su rostro fuera inolvidable. En fotografía, estas peculiaridades se convierten en puntos focales, elementos que atraen la mirada y crean profundidad. Cuentan una historia.

Cuando aceptamos y celebramos nuestras características únicas, enviamos un poderoso mensaje: "Soy suficiente tal como soy". Esa confianza es magnética: es el tipo de belleza que no puede reproducirse ni aerografiarse.

Aceptar los defectos en la vida cotidiana

Aceptar tus defectos empieza por cambiar de perspectiva. En lugar de verlos como defectos, piensa en ellos como firmas, marcas de individualidad que nadie más tiene.

He aquí algunas maneras en las que empecé a abrazar mis imperfecciones, tal vez puedan ayudarte a ti también:

  1. Ser compasivo conmigo mismo: Ser amable conmigo mismo, tratar mis defectos percibidos como trataría las rarezas de un amigo querido.

  2. Celebra lo que me hace único: Lleva mis cicatrices, pecas o rasgos con orgullo. Forman parte de mi historia.

  3. Paso a la luz: no me escondo de las cámaras ni de los espejos. Me miro a mí mismo a través de una lente más suave e indulgente.

Como fotógrafo, busco expresiones verdaderas y auténticas que destaquen lo que considero extraordinario en una persona.(No puedo ser hipócrita, yo también busco las mismas cualidades en mí. Entiendo lo difícil que puede ser a veces). Ya sea una sonrisa con los dientes separados, una ceja torcida o una mejilla con hoyuelos, enmarco estos detalles como la esencia de la belleza. ¿El resultado? Una fotografía auténtica y viva.

Las imperfecciones no son defectos; son los elementos que nos hacen humanos, identificables y extraordinarios. Son la razón por la que he pasado los últimos 32 años capturando imágenes que cuentan historias: historias de resistencia, individualidad y belleza en todas sus formas.

Así que la próxima vez que te mires al espejo o poses para una foto, recuerda esto: No se trata de ser perfecto. Se trata de ser tú mismo. Tus defectos me parecen hermosos y espero que, algún día, a ti también.

Si estás interesado en una sesión de retrato o en compartir tus pensamientos con Jérôme, escríbenos a studio@jerome.art .

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