De la pasión al arte: El camino de un fotógrafo hacia el valor y el reconocimiento
La pasión es el combustible que enciende el arte. En cualquier sitio web de fotografía encontrarás a gente apasionada. Es una de las cosas que más me gustan de esta profesión. La mayoría de nosotros hacemos lo que hacemos porque nos cautiva el arte de la fotografía. Y sí, muchos de nosotros también somos increíblemente competitivos, cada uno cree que es la mejor opción, no sólo porque tenemos pasión, sino porque aportamos un arte único a nuestro trabajo. Somos como corredores de coches: impulsados por la pasión y ferozmente competitivos.
El reto, sin embargo, es que los artistas fotógrafos a menudo infravaloramos nuestro trabajo. Al principio de mi carrera, tuve problemas con esto. Tenía pasión, pero sin reconocimiento -tanto propio como de los clientes- mi creatividad se sentía sofocada. Aquellos primeros años no se trató sólo de dominar mi oficio, sino de descubrir mi voz artística y aprender a gestionar mi negocio de forma que la respetara.
Donde hay pasión, hay arte, pero, como he aprendido, la pasión por sí sola no basta. Hay una lucha interna, sobre todo al principio, que puede llevar a construir los cimientos equivocados. Para mí fue una montaña rusa. Pero con el aliento inquebrantable, el trabajo duro y la fe de mi increíble esposa, Nisha, encontré el camino hacia un lugar donde podía florecer de verdad.
El arte no es un lujo; es una cualidad vital en nuestras vidas. La próxima vez que te sientas atraído por una imagen, resiste el impulso de regatear. Si está a tu alcance, invierte en ella: será un tesoro. Y si está fuera de tu alcance, expresa tu aprecio por el trabajo del artista. El artista lo vale.
Al final, aunque un artista te diga que ama su oficio, esa pasión por sí sola puede no crear arte. Pero cuando un artista te conmueve, su trabajo siempre merece la pena. El viaje de un artista, especialmente de un fotógrafo, es valiente. Apóyalo con tu respeto, porque somos dignos de tu compasión.